sábado, 11 de febrero de 2012

ALEMANIA Y LA IMPRESORA SIN TINTA


Tras un final de verano complicado y una entrada de año revuelta, parece que las aguas de la economía europea se han calmado un poco, lo que nos permite reflexionar y evaluar lo ocurrido hasta ahora en el viejo continente.

Es cierto que podríamos estar horas observando muy diferentes fenómenos y decisiones polémicas desde múltiples puntos de vista, tantos como países conjugan nuestra unión, pero parece necesario centrarse en algo que ha dejado de aparecer en los titulares: la oposición frontal de Alemania a que el Banco Central Europeo imprima dinero, principalmente para ayudar a reflotar las economías con problemas.
El análisis se puede hacer desde muchas perspectivas, pero nos centraremos en las económicas, más exactamente tres de ellas; quizás las menos evidentes a la vista y las que, en el fondo, son la base de las decisiones que se están tomando:

-         - Una razón histórica: Alemania sufrió una terrible hiperinflación durante los años 20, que quizás no sea la más severa (este dudoso honor se lo lleva Hungría, por la del año 45) pero sí que es difícil negar que tuvo unas consecuencias finales tan horribles como fue el nazismo, y esto, lógicamente, ha calado muy hondo.

-         -  Una razón política: los estatutos del BCE lo dejan todo claro y sin posible discusión, su objetivo principal es vigilar y evaluar la estabilidad financiera, y todo gira en torno a esta concepción; a diferencia de la FED que tiene como propósito clave promover el crecimiento estable para Estados Unidos, en Europa la labor está en no padecer situaciones “explosivas”, ni más ni menos.

-          - Una razón social: más allá de valoraciones personales sobre el europeísmo de la Cancillera Merkel, se han de entender dos cosas, la primera es que los alemanes rigen el BCE a placer, y la segunda, que Alemania es un gran país de ahorradores. Y como sabemos, una subida desproporcionada de precios funciona como una tasa a quien guarda dinero en moneda. La relación parece clara ¿no?

 
Los tres puntos comentados hasta ahora parecen muy simples y muy básicos, pero son fundamentales: sin ellos no se entiende ni una sola del resto de decisiones que se han tomado, pero también demuestran que un cambio de mentalidad pasaría por un tiempo largo de reflexión profunda de los líderes europeos, o una situación crítica de la Unión Europea donde Alemania debería jugar a una especie de ruleta rusa, y ya se verá si contando con la opinión de sus socios europeos o directamente sacrificando a alguno.

De momento, las aguas, aunque igual de oscuras desde hace cuatro años, parecen estar más calmadas, y los gobiernos más tóxicos están llevando a cabo los ajustes comandados por Europa. Pero no olvidemos que los analistas pronostican un crecimiento casi nulo o negativo para la zona euro, que junto a regiones con una situación de desempleo preocupante y unos mercados acechando presas fáciles, hacen que algunos estemos pensando en comprarnos un chubasquero contra posibles marejadas. 

Recordando el dicho marino: “En la tierra y en la mar se ahoga el que no sabe nadar”.


No hay comentarios: